Venenos en nuestros alimentos
Quiero contarte porqué siempre te recomiendo que, cuando puedas, consumas alimentos orgánicos, agroecológicos, biológicos, es decir “sin venenos”. Por suerte ahora hay muchos proveedores de alimentos sin agrotóxicos y a precios justos, últimamente en casa nos proveemos en la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra), @trabajadoresdelatierra
Tal vez vos ya lo sepas, pero esta bueno recordarlo para quienes aún no han podido informarse al respecto. Dicen los investigadores científicos que las emisiones actuales de los venenos (agrotóxicos y otros) causarán cáncer y alteraciones hormonales en los próximos 1.000 años. Pero no es para asustarse… es para poner toda nuestra energía para poder repararlo. Cuando estamos informados podemos actuar en consecuencia.
Te comparto un pequeñísimo resumen de lo que me ha parecido más relevante últimamente para tener en cuenta.
Los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), (Orgánicos: porque tienen una estructura molecular basada en el carbono), son sustancias químicas muy tóxicas y duraderas, persistentes, no se descomponen. Son solubles en grasas, se acumulan en las grasas animales y en las nuestras. Independientemente de donde vivamos, puede ser que estemos contaminados con COP. Están en los alimentos, en el agua, en la tierra, en el aire que respiramos.
El gran peligro es que muchos de estos tóxicos, por ejemplo, las dioxinas, actúan como si fueran hormonas naturales, “imitan” a nuestras hormonas. Actúan dentro de nuestras células perturbando a casi todos (o todos) los procesos bioquímicos; debilitan el Sistema Inmunológico y reproductivo; afectan a todos los órganos de nuestro cuerpo; promueven el cáncer, y así sucesivamente…
Se les llama “disruptores endocrinos” interfieren en el funcionamiento de nuestro sistema hormonal, pueden suplantar a las hormonas naturales, bloquear su acción o aumentar o disminuir sus niveles. No matan células ni atacan el ADN. Su objetivo son las hormonas, los mensajeros químicos que se mueven constantemente dentro de la red de comunicaciones en nuestro cuerpo.
Dicen los investigadores sabiamente… que son como delincuentes en la autopista de la información biológica. Sabotean comunicaciones vitales. Atracan a los mensajeros o los suplantan. Cambian de lugar las señales. Revuelven los mensajes. Siembran desinformación. Causan toda clase de estragos.
Dado que los mensajes hormonales organizan aspectos decisivos de nuestro desarrollo, desde la diferenciación sexual hasta la organización del cerebro, los “disruptores endócrinos” representan un peligro antes del nacimiento y en las primeras etapas de la vida. Pueden poner en peligro la supervivencia de especies enteras, quizá incluso… la especie humana.
¿Sabías que los plaguicidas son los productos químicos más peligrosos? Si, han sido diseñados para ser bien tóxicos (para matar las plagas) y se producen en cantidades enormes, actualmente han disminuido, pero, no cantemos victoria… los nuevos son más tóxicos.
Desde la Antártida al Polo Norte, desde el mar Báltico o el Mediterráneo a la estratosfera (donde destruyen la capa de ozono), ningún rincón del planeta se libra de la mortal presencia los químicos tóxicos. Y te preguntarás ¿y yo que puedo hacer?… MUCHO, ahora te cuento.
Tampoco escapa a la contaminación de nuestros alimentos el plástico de PVC utilizado para envolverlos. Sucede por la migración del plastificador dioctiladipato (DOA) a los alimentos. También las botellas de PVC presentan problemas, sobre todo si han estado abiertas y en contacto con la radiación solar.
Por otra parte, la incineración del PVC forma cloruro de hidrógeno, sustancia venenosa de difícil y costosa eliminación, y al final siempre quedan las cenizas con metales pesados y otros aditivos, que “deberían” ir a parar a vertederos especiales para residuos tóxicos y peligrosos ¿Te preguntas a dónde van?…
La producción mundial de PVC es de millones de toneladas para la fabricación de botellas de aceite, agua mineral, papel film y láminas, tuberías, cables, suelos, recubrimientos, entre otros muchísimos usos. Pueden ser fácilmente sustituibles por vidrio, metal, madera u otros materiales no contaminantes de última generación.
Entonces, todos podemos hacer mucho… comencemos por estar atentos, sigamos diciendo… “sin bolsita, por favor”, llevemos nuestros envases a la compra, reciclemos, reutilicemos, reparemos… Sepamos qué alimentos sin venenos elegir, optemos por los elaborados localmente, bajo principios de comercio justo, seleccionemos alternativas de producción sostenible para cuidarnos, cuidar a otros y cuidar a nuestro planeta que está realmente ¡en peligro!