Alimentate sin agroquímicos

Ene 1, 2017

Pesticidas, herbicidas, conservantes… Te contamos cómo zafar de los agregados que vuelven poco saludables las frutas y verduras.

Llegaste de la verdulería de tu barrio con dos bolsas llenas de mercadería, feliz de poder surtirte de una variedad de vegetales con los que pensás preparar una rica y saludable ensalada. Pero… ¿te pusiste a pensar de dónde vienen esos productos? Sí, de la tierra, pero parece que eso ya no es garantía de alimentos sanos. Es que el uso de los agroquímicos está tan instalado que las verduras y frutas que hoy llevás a la mesa son más un resultado de un proceso de laboratorio que de un cultivo natural. Y si lo que sale de la tierra está “intervenido” por la industria química, el resto de la cadena alimenticia también.

¿Por qué se usan estos químicos?

Los herbicidas y plaguicidas son tanto causa como consecuencia del problema. Pensá que estos productos se vuelven tan necesarios en los cultivos porque, de algún modo, el ser humano quitó algún nicho del ecosistema sin respetarlo. Esto es, al eliminar sapos, por ejemplo, aparecen las plagas de mosquitos y de moscas. Por otro lado, la razón por la que hoy prácticamente nadie cultiva sin fertilizantes tiene que ver con que, desde el momento en que el autocultivo se reemplazó por la siembra a granel y los seres humanos nos urbanizamos, la industria alimenticia entendió que tenía que producir más comida en menor tiempo. Ahí adquirió protagonismo la industria química y nuestros alimentos siguieron la lógica, no ya de un ecosistema natural, sino de la oferta y la demanda.

¿Cómo funcionan?

Agarremos uno de los tomates que acabás de traer de la verdulería. Para que ese tomate crezca más rápido, fuera de temporada, sin bichos y más estéticamente perfecto (¿¡te diste cuenta de lo redondo que es y cuántos días dura!?), se necesita un estímulo externo. Ahí es donde la industria química hace lo suyo y, por ejemplo, le adicionan sustancias inyectables para eliminar las enzimas. Como las enzimas son las encargadas de seguir el proceso madurativo, al no tenerlas, te queda un señor tomate en parte rojo y en otras verdoso que cuando lo comprás suponés que va a aguantar en la heladera dos o tres días más…, pero resulta que si te olvidás de él y lo querés consumir cinco días después, está igual de “a punto” que cuando lo compraste. Ahora que ya estás mirando con desconfianza el pobre tomate, es momento de hacernos cargo de que también somos parte de los ecosistemas, no solo a nivel de la naturaleza, sino de los que se dan a nivel social. En la época de nuestras abuelas, era impensado encontrar frutillas en julio o naranjas en febrero… La gente estaba acostumbrada a comer las frutas y verduras de temporada. En cambio, nosotras (confesemos, que ya es hora) nos desesperamos si en pleno invierno no conseguimos tomates. Podríamos preguntarnos qué nació primero, si el huevo o la gallina. Pero mejor que eso es empezar a tomar conciencia.

¿Por qué nos hacen mal?

Nuestro organismo tiene sus propios sistemas de depuración para tomar de cada alimento los nutrientes que necesita y desechar lo que no le sirve. Podrías entonces comer un plato de vegetales con agroquímicos y tu cuerpo se encargaría de tirar todos los tóxicos. El problema radica en la sobresaturación a la que nos estamos sometiendo, ya que no es un plato de vez en cuando sino toda nuestra alimentación: la vaca come la pastura con agroquímicos, sus derivados los tienen, los pollos están alimentados con maíz “intervenido” y con hormonas de crecimiento, los granos con que luego se hace la harina también y, por ende, todos los productos de panadería. Ni hablar del resto de agregados químicos que tienen las latas, congelados y productos procesados; como los saborizantes, conservantes, aromatizantes y toda la batería artificial. Se calcula que el 30 por ciento de lo que comemos son nutrientes y el 70 restante son desechos. Ni hablar de los productos light, Cuando, por ejemplo, comés un postrecito light de chocolate, lo que en realidad estás ingiriendo es saborizante y aromatizante de chocolate…, ¡puro químico! De eso, tu organismo sólo puede aprovechar un 20 por ciento. Así que es casi como si comieras humo. Y todas esas sustancias que al cuerpo no le sirven las identifica como tóxicas. OK, ya decidiste que no vas a comer ese tomate. Por eso, prestar atención y elegir a conciencia con qué alimentos vas a nutrirte es la mejor inversión que podés hacer.

Hábitos saludables

La pregunta del millón es de qué manera se podría zafar, al menos en parte, de toda una industria organizada que te empuja a consumir agroquímicos. No es imposible sino que requiere cierta dedicación y constancia. Primero, manejate con el calendario estacional de frutas y verduras (pegalo con imanes en tu heladera) y no comas alimentos que estén fuera de temporada. Este hábito no solo le hace bien a tu cuerpo (y a tu bolsillo, porque son productos que están más baratos), sino también al ambiente, ya que cumplen una premisa clave: el respeto a la biodiversidad y a los ciclos de la naturaleza. Pero, además, organizate para comprar las verduras y frutas en ferias orgánicas y los panes y granos en las dietéticas. Si bien lo orgánico está aproximadamente un 25 por ciento más caro (es lógico, ya que cuesta más producirlo), al abastecerte en mercados o ferias orgánicas te vas a encontrar con el productor y sin los intermediarios que siempre encarecen el precio final. Otra movida es hacer una huerta orgánica en el balcón o en el patio de tu casa, lo único que necesitás es aprovechar el lugar donde tengas sol (las huertas verticales son una opción para las que tienen poco lugar en su casa, hay muchísimos modelos para que elijas según el espacio que tengas). Es muy importante para volver a las fuentes y revincularte con el proceso de crecimiento de la naturaleza.

Dónde comprar

Mercados orgánicos:

Buenos Aires Market (www.buenosairesmarket.com).
Tallo Verde (www.talloverde.com).
Sabe la Tierra (www.sabelatierra.com).
San Telmo Verde (f/santelmo.verde).
Punto Verde (www.mercadopuntoverde.com.ar).

Libros

The China Study De Colin y Thomas Campbell.
Alimentación consciente De Gabriel Cousens.
Las aventuras de Pepino Hamburguesa De Natalia Amengual.

Calendario estacional de frutas, verduras y hortalizas

Otoño/Invierno

Frutas: banana, mandarina, manzana, naranja y pomelo. Verduras: limón, palta, acelga, apio, berro, brócoli, cebolla de verdeo, coliflor, chaucha, escarola, hinojo, nabo, puerro, rábano, radicheta, remolacha, repollo, repollitos de Bruselas, zanahoria, zapallo y calabaza.

Primavera

Frutas: ananá, banana, frutilla, manzana y naranja. Verduras: limón, palta, acelga, apio, alcaucil, arvejas, lechuga, nabo, perejil, puerro, remolacha, zapallito.

Verano

Frutas: ananá, ciruela, cereza, damasco, durazno, frutilla, higo, melón, sandía y uva. Verduras: acelga, albahaca, berenjena, cebolla, chaucha, choclo, espárrago, pepino, porotos, morrón, rabanito, tomate, zapallito y calabacines.


Fuente: Revista Ohlala! 5 mar 2014
Por Valeria García Testa