Leche de vaca y… ¿salud?

Ene 2, 2017

Hemos creído durante mucho tiempo que “es normal” tomar leche de vaca; algunos médicos y nutricionistas (que no pudieron aún estudiar con profundidad todos los inconvenientes que acarrea) la siguen aconsejando como “imprescindible, esencial, sana y natural”.
Sin embargo, hay muchas razones para no consumir leche, ni sus derivados (quesos, yogures, postres, flanes…); ocasionan: alergias, sinusitis, infecciones de amígdalas y oídos, asma, anemia, diabetes, enfermedades cardíacas, artritis, osteoporosis, leucemia, cáncer, esclerosis múltiple… por nombrar solo algunas alteraciones.

La leche de vaca es el “mejor alimento para los terneros”, está naturalmente adaptada a sus necesidades nutricionales, ya que se paran y prácticamente caminan al nacer, por eso tiene casi tres veces más de proteínas que la leche humana y casi un 50 % más de grasa, es decir… lo que necesita “naturalmente el ternero”. Los seres humanos somos la única especie que consume leche procedente de otra especie, y la única especie que consume leche después de la infancia.

Las afecciones que produce la leche de vaca y sus derivados son ocasionadas por:

  1. sus componentes naturales: proteínas: la caseína; hidratos de carbono: la lactosa; lípidos: las grasas saturadas.
  2. sus componentes agregados: antibióticos, hormonas de crecimiento, plaguicidas organoclorados; aditivos químicos: conservantes, saborizantes, colorantes

Proteína de la leche de vaca:

Alrededor de los dos años “desaparece naturalmente” la enzima renina que se encuentra en el estómago de los niños y que digiere la caseína (proteína) de la leche. Como los adultos NO tenemos esta enzima, la caseína pasa al intestino SIN digerirse ocasionándonos trastornos alérgicos; nuestro organismo reacciona ante esa “gran molécula” como si fuera un agresor desencadenando una reacción alérgica (cutánea, respiratoria, digestiva…). Trata de librarse de ese elemento al que considera un agresor. Recordemos que los quesos son un ¡concentrado de caseína!

Hidrato de Carbono de la leche de vaca:

Después de los cuatro años “disminuye naturalmente” la enzima lactasa que se encuentra en el intestino de los niños y que digiere la lactosa (hidrato de carbono) de la leche. Los adultos que “no se han podido adaptar” a la presencia de la lactosa sin digerir en el intestino (algunas veces se logra pero con un alto costo), sufren de hinchazón, calambres, cólicos, gases, diarrea o constipación…

Otros componentes naturales de la leche de vaca:

La madre naturaleza puso tanto en la leche destinada los bebés, como en la destinada a los terneros (y demás mamíferos), sustancias similares a las “endorfinas” porque garantizan: 1) la correcta asimilación de los aminoácidos, 2) la dependencia hacia la madre que es la proveedora, 3) el estímulo a consumir el alimento, 4) tranquilizan y duermen al bebé para “asegurarse” que se aprovechen al máximo estos nutrientes perfectos para esta etapa de la vida.

Si estos nutrientes, destinados a los bebés, se consumen a diario provocan en los adultos efectos adictivos; nos es imprescindible comerlos!!. Y como si esto fuera poco… la industria se encarga de darles sabores, colores, texturas, “practicidad” y rapidez en el consumo… más efectos adictivos para asegurarse la fidelidad al consumo.

Procesos de industrialización de la leche de vaca:

  • La homogeneización reduce el tamaño del glóbulo de grasa de la leche aumentando su pasaje a través de la pared intestinal sin ser digerida por las enzimas correspondientes, potenciando el riesgo de enfermedades cardiovasculares por su depósito en las arterias.
  • El descremado de las leches y sus derivados no es una solución al problema, porque se produce un aumento relativo de las proteínas, encontrándose un 20% más de proteínas en las leches descremadas que en las enteras.
  • El agregado de vitaminas A y D, de hierro y calcio, todos de origen “sintético o de laboratorio”, hacen que no se pueda considerar un alimento fundamental para el ser humano.
  • La pasteurización, una medida de seguridad que elimina los gérmenes, “no higieniza” la leche, continúa con pus, sangre, antibióticos, hormonas, agroquímicos… Este proceso la transforma en un producto muerto, necesario para durar más tiempo en las góndolas del supermercado.

Por otra parte, las vacas lecheras son sometidas a terribles condiciones de hacinamiento, ordeñe intensivo, embarazos forzados, administración de antibióticos, hormonas y tranquilizantes, con el fin de obtener “la súper vaca” para producir más y más leche…
Como las vacas tienen que parir para producir leche, se las insemina artificialmente o por implante de embrión para que tengan un embarazo por año. Después del parto la producción láctea es máxima y se la hará durar lo máximo posible hasta el próximo embarazo. Cuando desciende la producción de leche y la vaca deja de ser rentable, su cuerpo agotado es destinado a “salchichas y hamburguesas”.

La Leche de vaca ¿previene enfermedades o las provoca?

Osteoporosis:

La leche de vaca no previene la osteoporosis, por el contrario, predispone a adquirir la enfermedad. El pH (grado de acidez/alcalinidad) normal de la sangre, es aproximadamente de 7,4; levemente alcalino. Los lácteos, como cualquier alimento muy proteico, producen acidosis, que el organismo compensa sacando calcio de los huesos, predisponiendo a la osteoporosis.
En los países grandes consumidores de lácteos hay tazas altas de osteoporosis en las mujeres menopausicas, mientras que en los países que no consumen lácteos (orientales), prácticamente no poseen esta alteración, como quedó demostrado en el Informe Cornell (T. Campbell, Li Junyao, Chen Junshi y Richard Peto: “Diet, Life Style & Mortality in China”, N.Y., Univ. Press, 1990)
El Estudio de Salud de Enfermeras de Harvard, que siguió a 75.000 mujeres durante 12 años, mostró que el aumento del consumo de leche no tiene efecto protector sobre el riesgo de fracturas, por el contrario, el consumo superior de calcio procedente de lácteos estaba asociado a un mayor riesgo de fracturas.

Diabetes:

Muchos estudios muestran una correlación entre el consumo de lácteos y la incidencia de la diabetes juvenil. Investigadores descubrieron en 1992 que una proteína específica de los lácteos provoca una reacción autoinmune, que sería lo que destruye las células productoras de insulina del páncreas.
El Dr. Frank Oski, director de pediatría de la Universidad John Hopkins y el Dr. Neal Barnard, presidente del Comité de Médicos por una Medicina Responsable apoyan estas investigaciones. Afirman: “la leche de vaca está sobredimensionada como alimento, está contaminada con antibióticos, puede causar alergias y problemas digestivos, y se la ha relacionado con la diabetes juvenil”.
De 142 niños diabéticos analizados en un estudio, el 100% presentaron altos niveles de un anticuerpo para la proteína de la leche de vaca. Se cree que estos anticuerpos destruyen las células productoras de insulina del páncreas.

Toxicidad de la vitamina D:

Los agregados de vitamina D y de calcio “artificiales” a la leche de vaca, pueden producir un depósito indeseado de calcio en distintos órganos; éste aporte es considerado “por demás abundante”, sometiendo al organismo a eliminarlo de modo forzado por el riñón, pudiendo dar lugar a la formación de cálculos renales, calcificación arterial, depósito de calcio en articulaciones, alteraciones en las células cerebrales, musculares, cardíacas, es decir el depósito de calcio en tejidos blandos (en todos los sitios del organismo donde el calcio debiera, en condiciones normales, cumplir una función fisiológica)

Cáncer:

Diversos tipos de cáncer son relacionados con el consumo de lácteos.

  • El cáncer de ovario: el Dr. Daniel Cramer y colaboradores en Harvard, concluyen que cuando el consumo de lácteos supera la capacidad del organismo para asimilar la galactosa (el otro azúcar de la leche), puede acumularse en la sangre y afectar a los ovarios.
  • El cáncer de mama y el de próstata están asociados al aumento de una sustancia llamada factor de crecimiento: IGF-1, que se encuentra en la leche de vaca. Se ha demostrado que esta sustancia aparece en niveles altos en la sangre de quienes consumen lácteos con regularidad, en relación con quienes no la consumen.

Contaminantes:

Para aumentar la producción lechera se utiliza la hormona sintética de crecimiento bovino recombinante (rBGH) para las vacas lecheras.
Como las vacas están produciendo cantidades de leche que la “naturaleza jamás previó”, la sobre exigencia les produce inflamación de las glándulas mamarias: “mastitis”. Para tratarlas se les administran antibióticos.
Tanto las hormonas de crecimiento como los antibióticos están presentes en la leche de vaca y sus derivados.
Los agroquímicos como la presencia de residuos de plaguicidas organoclorados (POC) en la leche de vaca y sus derivados es un hecho constatado por numerosos autores:

  1. Troter, W. Pesticide Residues in Composited Milk Colleted Through the U.S. Pasteurized Milk Network. Journal of AOAC International. 76: 1220 – 1225. 1993
  2. Zapata Morón, A; Santamaría R, M; Alvarez, M; Salazar V; – Uwe Müler. Residuos de plaguicidas organoclorados en leche de vaca, Nicaragua. Bol. Oficina Sanitar. Panamericana 120: 48 –489. 1996
  3. Vargas Melo, A y Vallejo, M. Residuos de insecticidas Organoclorados en Leche Humana y de Vaca en Colombia. Bol. Oficina Sanitar. Panamericana. 108: 220 –228. 1990
  4. Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Organización Mundial de Salud. Reunión Conjunta FAO/OMS sobre Residuos de Plaguicidas en Alimentos. Ed. FAO/OMS. Ginebra. Septiembre 1993
  5. Villamil Lepori, E; Ridolfi, Adriana; Álvarez, Gloria; Rodríguez Girault, M. Eugenia. Residuos de Plaguicidas Organoclorados en Leches Infantiles y Productos Lácteos y su Evaluación del Riesgo. Acta Toxicol. Argent. (2006) 14 (Suplemento): 55-59. Toxicología y Química Legal. Facultad de Farmacia y Bioquímica. Universidad de Buenos Aires. 2006

Los POC son resistentes a la degradación química y enzimática, “liposolubles”, con alta persistencia ambiental y metabólica, tienden a acumularse en la cadena alimentaria y a depositarse en el tejido adiposo e hígado del hombre y de los animales.
Los Organismos Internacionales de Salud: la OMS y la FAO, establecieron un parámetro denominado Límite Máximo de Residuos (LMR), que representa el contenido máximo permitido y aceptable de un plaguicida en los productos alimenticios. “La realidad” es que no existen controles y los LMR son ampliamente superados.

Recordemos que en muchos países está prohibido el uso de POC desde 1972. En nuestro país, a la fecha se siguen usando, por lo que la leche de vaca y sus derivados, se encuentran contaminados con POC.