Pautas para comenzar una alimentación sana, real, consciente
1. Amor al elegir, preparar y cocinar nuestros alimentos:
Agradecer por tener los alimentos que vamos a preparar, por los beneficios que ellos tienen. Los más frescos, naturales y locales de la estación son los más sanos, baratos y los que tienen todos nutrientes que necesitamos en ese momento del año. Cocinar lo que requiera cocción a baja temperatura. Desechar los ultraprocesados, no son naturales.
2. Reemplazar la sal común, refinada:
Utilizar “en pequeñas cantidades” las sales íntegras: marina, andina, rosada. Tienen todos los minerales y oligoelementos que necesitamos a diario. Sumar hierbas frescas o secas: orégano, albahaca, tomillo perejil, cilantro, laurel, nuez moscada, cúrcuma, jengibre, ajo, romero… dan variados sabores, también son medicinas, ayudan al proceso digestivo.
3. Mejor las comidas simples, con pocas mezclas:
Las excelentes digestiones resultan de mezclas de alimentos de similar composición química, con tiempos y ritmos iguales de digestión, de ellos obtendremos los mejores nutrientes. Las comidas copiosas gastan nuestra energía, nos imposibilitan concentrarnos, nos dejan cansados, generan toxinas.
4. ¿Beber mucha agua al día? Depende…
Si la actividad física es intensa, seguramente habrá sed, escuchar al cuerpo, reponer el agua. Disminuir los líquidos durante las comidas principales, las verduras frescas crudas aportan la mejor agua fisiológica. En el resto del día las frutas también proveerán la mejor agua. Evitar definitivamente gaseosas, aguas saborizadas comerciales, polvos concentrados para agregar agua.
5. Aumentar las grasas saludables, rechazar las grasas nocivas (trans):
Las grasas vegetales hidrogenadas (trans) están en todos los alimentos ultraprocesados, en los aceites industrializados. En los lácteos y quesos hay grasas saturadas que encierran las toxinas de los pésimos alimentos con los que se crían a los animales artificialmente. En cambio, en las frutas secas, aceitunas, paltas, semillas y sus aceites de 1° prensadas en frío están las grasas saludables, las insaturadas (omegas). En los peces salvajes, en los huevos orgánicos hay grasas excelentes y necesarias.
6) Abundantes verduras y frutas agroecológicas:
En ellas están las claves de la salud: vitaminas, minerales, antioxidantes, agua fisiológica, fitoquímicos protectores, energía vital. Se digieren muy fácil porque aportan sus propias enzimas. Usemos las de estación, son las que la naturaleza preparó en cada época y para cada lugar.
7. Comer variado y porciones reales, las necesarias para cada uno:
Cuando comemos variando verduras, cereales, legumbres, frutas, semillas, huevos orgánicos seguramente será una alimentación completa, equilibrada en nutrientes. Estaremos saciados en cuando se hayan cubierto las reales necesidades de nuestro cuerpo. Evitemos las carencias de las mono-dietas.
8. Elegir alimentos integrales, desechar los refinados:
El alimento íntegro es el que tiene todos los nutrientes en el equilibrio que sabiamente la naturaleza puso allí para favorecer la buena digestión de dicho alimento. Es el que aporta toda la energía que da el “orden natural”. Además, las fibras de los alimentos íntegros retrasan el pasaje brusco de los azúcares a la sangre dosificando así la energía por más tiempo.
9. Regular las proteínas de origen animal según las necesidades de cada uno:
Quien opta por consumir carnes, elegir las de crianzas naturales, de pastoreo. La cantidad dependerá de las necesidades individuales, definitivamente no es saludable comer a diario. Evitar las de feedlot, criaderos artificiales, jaulas, piscicultura. Los huevos orgánicos son excelentes proveedores de proteínas y otros nutrientes genuinos que aporta el huevo de buena procedencia.
10. Disminuir considerablemente los dulces:
Ya sabemos de sobra que no son beneficiosos, muchos (los más deseados) tienen calorías vacías, esto quiere decir que NO tienen nutrientes, solo calorías que no alimentan… ¡engordan!, nos desequilibran, debemos ceder los nutrientes de nuestro organismo para metabolizarlos, nos roban los mejores nutrientes. Ante los deseos intensos de dulces en una alimentación de transición, preferir lo dulce más concentrado de la naturaleza que son las frutas deshidratadas (dátiles, higos, ciruelas, pasas de uva). O bien, alguna fruta seca o semilla molida con un poco de miel, cacao amargo.
11. Recordar masticar cada bocado 30 veces antes de tragarlo:
Si, ya se… parece muchísimo, pero, “el estómago NO tiene dientes”. Sigamos el precepto naturista de beber lo sólido y masticar lo líquido. Es posible convertirlo en hábito tanto es así que, si no hay tiempo de masticar bien, elegiremos no comer. Lo haremos en otro momento. Con el alimento bien triturado por los dientes y bien mezclado con la saliva, es donde comienzan las excelentes digestiones, es donde nuestras enzimas digestivas simplifican los nutrientes. De lo contrario… hay toxinas y enfermamos.
12. Mejorar nuestra microbiota:
En el equilibrio de nuestras bacterias intestinales está la llave de la salud, la alegría y la belleza. La alimentación equilibrada sin químicos artificiales (aditivos, hormonas artificiales, transgénicos) nos facilitará ese equilibrio en nuestro intestino, el que debe desocuparse “diariamente”. Procurar corregir estados de constipación / diarreas tan perjudiciales para nuestro microbioma. Incorporar de a poco, preparaciones con probióticos (bacterias buenas): kéfir, chucrut, kimchi. ¡Son excelentes!